EL
MUNDO
8 septiembre
2023
Mery
Viñas, psicóloga antidietas: "El peso no es indicador de nada; genera
obsesión, exceso de control, frustración y miedo"
Gema García Marcos
Especializada en establecer una
relación sana con la comida y trabajar su autoestima, Viñas ha acompañado a
miles de mujeres en su camino hacia la aceptación de sus cuerpos sin tener que
cambiarlos y vivir en paz sin dietas, sin restricciones, sin culpa, ni
vergüenza.
Algo tan 'aparentemente' sencillo como ponerse delante de un
espejo y gustarse es una misión imposible para más del 80% de las españolas. Y
este dato tan alarmante no debería de extrañarnos si, como apunta Mery Viñas,
psicóloga especializada en la relación sana con la comida y la autoestima
corporal, se tiene en cuenta que "vivimos en una sociedad repleta de
mensajes que van en esta línea: 'cambia la alimentación, cambia tu cuerpo y
tendrás éxito'. Y ahí que vamos de cabeza. El problema principal es que cada
mujer lo vive de forma muy solitaria y tabú, ya que genera mucho complejo y
vergüenza".
PREGUNTA. ¿Por qué (casi) siempre que pensamos o hablábamos de dietas nos
vienen mujeres a la cabeza?
RESPUESTA. En la sociedad en la que vivimos hay unas expectativas y una
presión estética que tiene en el foco a la mujer para que cumpla con un
estándar de belleza, para que sea delgada y cumpla ciertos patrones. Y uno de
los métodos que la industria del adelgazamiento proclama es, precisamente,
hacer dieta, con la venta de la falsa promesa de que "cuando adelgaces,
serás aceptada, querida y feliz'. Además, la publicidad en este sentido casi
siempre se dirige a la mujer, para que cambie algo de su cuerpo a través de
dietas o productos adelgazantes. De hecho, las revistas de 'salud' dirigidas a
mujeres siempre incluyen entre algunos de sus temas
los famosos titulares de "adelgaza sin sufrir en cuatro semanas" u
otros por el estilo.
PREGUNTA. ¿Es que esto de las dietas es 'cosa de chicas' o es que ellos no
hablan de ello?
RESPUESTA. Es difícil que ellos entablen una conversación entre amigos sobre
la última dieta con la que han adelgazado "x" kilos. Sin embargo,
entre mujeres, se sigue preguntando "¿qué dieta has hecho?", e
incluso se comparten entre ellas. O cuando pasean, es muy fácil que alguna
diga: "Tengo que quemar lo que he comido hoy; vamos a caminar más
rápido". Estas conversaciones han sido y siguen siendo lideradas por
mujeres, en parte debido al mensaje que recibimos continuamente acerca de que
siempre hay algo que debemos modificar en nuestro cuerpo y que nuestra responsabilidad
es cambiarlo a través de la dieta y el ejercicio.
PREGUNTA. Desde pequeñas, queremos lo que no tenemos: pelo diferente, ser
más altas (o más bajas), tener más pecho (o menos).
RESPUESTA. La comparación social es algo natural que se da en el ser humano.
El problema aquí es que, desde edades muy tempranas, nos comparamos con esos
ideales estéticos de los que hablábamos. Bien sean con personajes de los
dibujos animados (protagonistas casi siempre delgadas), o con lo que ven en la
televisión o en redes sociales. Estas imágenes idealizadas hacen que ya desde
la infancia veamos qué es lo que no encaja de nosotras con esas imágenes. Y ahí
comienza el querer cambiar las cosas. Hay estudios que indican que el 34% de
las niñas de entre 11 y 21 años había dejado de comer o restringido su dieta
para perder peso. Además, es muy importante lo que se habla en casa desde que
somos pequeñas. Todavía sigue siendo habitual las comparaciones físicas entre
hermanos, con otros familiares o compañeros de casa. Estas comparaciones, lejos
de estimular al niño a cambiar para bien, hacen que su autoestima disminuya y,
en muchos casos, comiencen a tener conductas restrictivas con la comida,
derivando en muchos casos en trastornos de la conducta alimentaria. Nuestra
misión como adultos debería ser la de ayudar a niños y adolescentes a
comprender la diversidad de belleza y a valorar sus características únicas. Y
una cosa más, deberíamos predicar con el ejemplo: nada de comentar cuerpos
delante de otras personas. ¡Los cuerpos no se comentan!
PREGUNTA. ¿Por qué nos cuesta tanto gustarnos? ¿Es por la presión social o
nos viene de dentro, lo llevamos en nuestro ADN?
RESPUESTA. En el ADN no lo llevamos, porque, si no, no se explicaría cómo
mujeres de otros países se gustan en todas sus formas. Es más bien una
combinación de la comparación social, de la presión estética y también quizá de
experiencias pasadas donde hemos vivido rechazo por algún comentario hacia
nuestro cuerpo. Todo ello genera inseguridad, baja autoestima y, desde ahí, es
muy difícil que nos guste lo que vemos en el espejo. Por otro lado, en la
sociedad en la que vivimos, se espera que como mujeres no nos gustemos. Que
siempre haya algo que 'arreglar', recibiendo el mensaje de que nunca es
suficiente. La 'industria del descontento' es una realidad: la industria de la
moda, la belleza y los medios de comunicación capitalizan las inseguridades de
la apariencia de las mujeres y promueven la delgadez extrema, la juventud
eterna o la piel perfecta, creando un sentimiento de insatisfacción eterno.
Esta insatisfacción se traduce en la creencia de que hay algo algo mal en mí, algo 'incorrecto' con mi apariencia, por lo
que que voy a necesitar productos, tratamientos o
intervenciones para corregirlo y acercarme a ese ideal. En muchos casos, esta
insatisfacción lleva a un ciclo de consumo que nunca acaba.
PREGUNTA. Cada vez hay más gente que se pasa la vida a dieta para luego
descontrolarse y volver al punto de partida. ¿Es que está enganchada a esa
montaña rusa de 'pasarlo mal'/'dejarse llevar'?
RESPUESTA. El descontrol es el resultado de un exceso de control. No podemos
pasarnos la vida a dieta, con dietas extremas y prohibiéndonos tantos alimentos
o grupos de alimentos. No es posible sostenerlo. Estamos enganchados a esa
sensación de control, a que al ver que el número de la báscula disminuye creo
tener poder sobre mí y mi vida, pensamos que controlamos el peso, la comida, lo
que engorda, lo que no.... la salud. Y no es cierto. Podemos practicar hábitos
saludables, pero no podemos controlar el resultado de todo y, menos todavía,
con dietas que maltratan nuestro cuerpo. Y es que las dietas no funcionan. Si
funcionaran, ¿por qué haría falta estar toda la vida a dieta? Con una sola
bastaría. Pero no. Nuestro cuerpo es muy inteligente, y los estudios demuestran
que entre los tres y cinco años después de haber
acabado una dieta, el cuerpo recupera el peso inicial y dos terceras partes de
las personas que hacen dieta cogen aún más peso que el inicial. El cuerpo es
sabio y se prepara por si vuelve otro periodo de hambruna. No eres tú la que
fallas, ¡son las dietas! En realidad, cuanto más control creemos tener, menos
lo tenemos. Porque la realidad es que nos hemos descontrolado tanto que no
sabemos ni lo que comer, no sabemos ni escuchar a nuestras señales de hambre y
saciedad, porque hemos comido 'con la cabeza' durante meses o años sin conectar
con el cuerpo.
PREGUNTA. ¿A qué se debe esta obsesión por estar delgadas si luego vemos a
otras mujeres con curvas y nos parece que están 'cañonas'?
RESPUESTA. Las normas sobre la belleza van cambiando, aunque siempre dentro
de unos márgenes que el mismo sistema establece. Ahora estamos en esa fase de
"hay que estar delgada, pero solo unas pocas pueden tener curvas y verse
bien". Fíjate que hablamos de curvas, pero cuando lees esto ¿qué te viene
a la cabeza? Una Jennifer Lopez o alguien similar que tienen otras
características de belleza, éxito, etc. No es del todo real. Por otro lado, la
obsesión por la delgadez puede verse influida por los estándares actuales,
mientras que la apreciación de las curvas puede ser también una reacción a
estas normas o una valoración de la diversidad corporal que también ha ido
surgiendo en los últimos años.
PREGUNTA. Piernas delgadas, abdomen plano y pechos grandes. ¿Qué hacemos
con ese 'ideal' de belleza tan inalcanzable'?
RESPUESTA. La industria de la belleza y la moda genera ingresos
descomunales. Por lo que hay un claro interés en mantener esos ideales
inalcanzables, ya que crea una demanda constante de productos y servicios
relacionados con la mejora del cuerpo y la apariencia. Como decíamos
anteriormente: una mujer descontenta, consume más. Sin embargo, lo único que se
perpetua es la baja autoestima, la insatisfacción, la
ansiedad y el aumento de los trastornos de la conducta alimentaria.
PREGUNTA. Instagram está plagado de modelos absolutamente idénticos,
'diseñados' con los mismos pómulos, la misma nariz, los mismos labios... ¿Por
qué triunfan si no tienen nada que ver con lo que se ve en la calle?
RESPUESTA. Las redes sociales reflejan y perpetúan los estándares de belleza
de hoy día. En este momento, ciertos aspectos estéticos, como una apariencia
cuidadosamente esculpida y retocada, es lo que atrae. Esas mujeres suelen
cumplir esos patrones y suelen tener "seguidores aspiracionales", es
decir, personas que aspiran a tener su vida, su piel, su pelo, su cuerpo, etc.
También se suele dar el efecto de la psicología social, donde surge la
necesidad de pertenencia. Ver a otras personas seguir y admirar a estas cuentas
puede llevar a más personas a hacer lo mismo, ya que quieren sentirse parte del
grupo.
PREGUNTA. ¿Qué podemos hacer para dejar de compararnos y aspirar a modelos
inalcanzables?
RESPUESTA. Fíjate en todo lo que hay en ti. Tienes todo un universo por
descubrir en ti que no te permites porque vives mirando a la mujer de al lado.
Si te vieras, si te descubrieras, nunca acabarías de estar orgullosa de ti.
Trata a tu cuerpo como lo que es: un milagro que cuida de ti cada día para que
funcione, para que disfrutes y goces. Deja de maltratarlo y de maltratarte.
Sólo escúchalo, respétate y suéltate algún que otro piropo, no te sentará mal.
Tampoco tiene que gustarte todo ni amarlo, pero sí salir del odio y del rechazo
para estar en paz con él. Aléjate de esos perfiles de redes sociales tan perfectos e incluso de medios de comunicación que fomentan
este tipo de mensajes. Deja de comentar cuerpos (el tuyo y el de los demás), y
cuéntale a tu entorno que ya no quieres oír hablar de eso. Que, si quieren
lanzarte un piropo, no se fijen en tu cuerpo, si no que te pregunten cómo
estás. Practica la gratitud. Agradece tu vida, tu cuerpo, la edad que tienes y
que hoy estás aquí. Damos todo por hecho y no nos damos cuenta de muchos de los
privilegios que tenemos.
PREGUNTA. ¿Y para querernos más?
RESPUESTA. Es importante que reconozcas los logros. ¡Cualquiera! Cada día
hay logros superados. Puedes escribirlos, agradecerlos, lo que sea que sirva
para darte cuenta de todo lo que cada día vas consiguiendo. Trabaja en tu
diálogo interno. Es clave gestionar esos pensamientos intrusivos y juiciosos
acerca de nosotros mismos. No dejes que sigan siendo el piloto automático que
dirige tu vida. Practica la autocompasión. Es un elemento clave para una sana
autoestima, es decir, tratarte con amabilidad y compasión en lugar de juzgarte
tan duramente y busca apoyo. No estás sola. Hay millones de mujeres que viven
lo mismo que tú. Es posible salir de ese ciclo de pensamiento destructivo hacia
tu cuerpo y hacia ti misma.
PREGUNTA. ¿Cuáles sería las claves para mantener una relación sana con la
comida, la báscula y el espejo?
RESPUESTA. Lo primero de todo sería eliminar la báscula de nuestras casas.
El peso no es indicador de nada y genera obsesión, exceso de control,
frustración y miedo. Es clave ir hacia una alimentación saludable a la vez que
flexible, entendiendo que no somos robots, que somos humanos y que también
podemos comer en ocasiones sin hambre, por placer y gozo. Ir disminuyendo esas
etiquetas sobre alimentos buenos o malos, también ayudaría a no obsesionarse
con la comida. En lugar de estas etiquetas, puedes buscar cómo te sientan los
alimentos en tu cuerpo, centrándote en escuchar mucho más a tu cuerpo que a tu
mente. Y, sobre todo, conecta con el placer. La comida es placer y no hay nada
de malo en ello. Si no estás satisfecha con la comida, seguirás teniendo una
relación poco saludable con ella. Y, por último, escucha tu cuerpo, y deja la
culpa a un lado. Cocina y come con amor y conciencia plena.